Sé que había prometido escribir sobre mi primera semana de clases y el viaje a Strasbourg pero siento que no puede pasar más tiempo sin contarles mi experiencia en la clase de Negocios Internacionales. Para empezar un poco con la internacionalización quiero agradecer todas las visitas que ha tenido el blog de diferentes países como Estados Unidos, Francia, Australia, Corea del Sur, España, Canadá, Venezuela, Italia, Reino Unido y por supuesto, México y Alemania. Me llena de alegría saber que me leen y sobre todo, que lo compartan y de esta manera pueda llegar a más personas.
Como algunos saben, estudio la Licenciatura en Mercadotecnia y la razón por la que estoy de intercambio es para obtener un doble grado en International Marketing por la universidad Hochschule Pforzheim, bueno como diría mi maestro de estudio bíblico ya fue mucho rollo, el caso es que para lograr mi doble titulación necesito cursar materias específicas, incluso algunas que ya había tomado en México. En primera estancia, esto me pareció tonto porque aunque la perspectiva iba a ser muy diferente, lo consideraba como una pérdida de tiempo que podría invertir para adquirir nuevos conocimientos.
Una de estas clases es la de Introducción a los Negocios Internacionales. En el Tec, convencida por las palabras de mi ex Directora de Carrera «Adri, tú puedes», me tocó llevarla en primer semestre, aunque es de tercero. Fue algo terrible. Mi maestra, a quién aprecio y recuerdo con mucho respeto, era polaca y tenía una voz muy fuerte que parecía siempre estaba enojada. Tenía demasiado miedo que se llegara el martes o jueves a las 12 del mediodía porque era la hora de Agatha y por más que leyera o estudiara, eran los 90 minutos más inseguros de mi vida en el 2011. Ni hablar de los parciales o el examen final, hacían temblar a más de uno.
El jueves 2 de septiembre fue mi cita con mi nuevo torturador. Llegué 15 minutos antes y ya había gente en el salón (qué intensidad, lo sé, yo también soy una intensa), el recinto era aproximadamente para 40 personas, había unas mesas que formaban una «U» y otros pupitres en el centro. El aula se llenó faltando 5 minutos para que iniciara la clase pero más alumnos seguían entrando e incluso traían sillas del salón vecino. Ya no cabía ni un alma y había gente afuera, el maestro les sugirió pasaran al frente y se sentaran en el piso. El profesor es un alemán de rostro muy relajado como de 55 años, tez blanca, estatura baja, calvo y porta lentes.
Mi maestro se llama Waldemar Pfoertsch. Es bastante moderno y tiene su propia página de Internet, que es una verdadera joya, pueden encontrar información sobre Mercadotecnia, Negocios Internacionales, Social Marketing, Brand Management, Marketing B2B entre otros temas de gran interés. Al inicio de la sesión, nos platicó un poco sobre su experiencia laboral que se ha desarrollado principalmente en el extranjero, pueden conocerla detalladamente en su perfil de LinkedIn. Después, nos preguntó quién ya había viajado por 5 continentes, nadie levantó la mano, siguió haciendo la misma pregunta pero ahora por 4 continentes, ahí una chica alemana respondió que sólo le faltaba conocer África. Así continuó, cuestionándonos que países habíamos visitado y con qué propósito. Posteriormente, proyectó algunas imágenes y fechas importantes en la historia mundial, fácilmente reconocí a La Torre Eiffel, La Muralla China, El Taj Mahal, El Atentado a las Torres Gemelas en el 2001 y La Crisis del 2008. Por último, nos explicó que el 2013 había sido el mejor año para la economía alemana en la historia y añadió que todos los estudiantes internacionales veníamos de países que estaban en crisis o trataban de salir de ellas, como es el caso de Portugal y Francia. Sentí este comentario presuntuoso porque siguió comparando y hablando de «las maravillas» de la tecnología, política y educación en el país germánico.
Cuando llegué a las Residencias, seguía dando vueltas en mi cabeza lo que había pasado en la clase. Siendo sincera, me pareció muy etnocentrista el argumento del maestro, esperaba una opinión más cercana al relativismo cultural pero me dieron muchas ganas de poder presumir así a mi país. Que los extranjeros admiren nuestro fomento al deporte, a la cultura, a la educación, a la apertura comercial, a la equidad de género, a la participación ciudadana; que nos envidien por nuestro buen gobierno, la calidad de los servicios públicos, la seguridad y el orden, etc. Cabe mencionar, que no poder decir todo esto de México por ahora, no me hace sentir menos orgullosa de mi nación. Si por algo le doy gracias a Dios es por la madre que me tocó y por haber nacido en suelo tricolor pero hay que reconocer que muchos aspectos de nuestro país claman a gritos ayuda. Esta semana, leí el reporte «Índice para una Vida Mejor 2013″ hecho por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD), resumí en la siguiente tabla la información más relevante.
Como pudieron constatar, los resultados muestran una situación crítica. Respecto al ingreso familiar disponible, los mexicanos gozamos casi la mitad de la cantidad promedio de los países que conforman a la OECD mientras que los alemanes ganan 2.4 veces más, sin importar que en México se trabaje 1.6 veces más que en su país. Probablemente, el problema anterior esté ligado a la educación puesto que en México únicamente el 36 por ciento de la población cuenta con un título de secundaria cuando el promedio de la OECD es del 75 por ciento y en Alemania sólo el 14 por ciento de los habitantes carecen de este grado académico. De manera similar, nuestra esperanza de vida es 6 años menor a la media pero no es sorprendente porque el gasto público en salud con respecto al PIB es 35 por ciento menor al promedio y 45 por ciento menor que el de Alemania. En términos de seguridad, nuestra tasa de asaltos es 3.3 veces mayor a la del promedio y la de homicidios supera 5.7 veces a la media. Pareciera que estas cifras son insignificantes debido a que seguimos considerando el 82 por ciento de nuestro día con experiencias positivas y tenemos una satisfacción de vida 22 por ciento superior al promedio. Sin duda, estos son números para reflexionar.
Para la segunda clase, el profesor nos pidió preparáramos un ejemplo de globalización. Un croata inició compartiendo su experiencia al comprar un libro americano por Amazon, después siguió un chileno que explicó como la comida típica de cualquier país al internacionalizarse adquiere el sabor regional, así continuaron exponiendo ejemplos sencillos sobre el tema en cuestión. El Pr. Pfoertsch, me sostuvo la mirada y le contesté había preparado una pequeña ppt de Grupo BIMBO, me respondió le encantaba la iniciativa. Primero, me presenté con el grupo con mi nombre y mi nacionalidad. Les conté que BIMBO es una empresa mexicana líder en panificación a nivel mundial, que opera en 22 países en América, Europa y Asia, con más de 100 marcas posicionadas en el mercado internacional y había tenido ventas por 13,786 millones de dólares en el 2013. El maestro conocía BIMBO porque había trabajado en Estados Unidos y complementó mi presentación, comparándola con compañías alemanas del mismo calibre y su estrategia para colocarse como los número uno a nivel global.
Finalmente, logré mi cometido. Presumí una de la mejores empresas de México y del mundo pero estoy consciente de que existen muchas áreas en las también podemos demostrar nuestra capacidad de liderazgo, trabajo en equipo, innovación y creatividad y creo que el mejor momento para empezar a hacerlo es HOY y el mejor lugar es dónde estás.
Un abrazo,
Adri Castro
Referencias:
Reporte OECD México: http://www.oecdbetterlifeindex.org/es/countries/mexico-es/
Reporte OECD Alemania: http://www.oecdbetterlifeindex.org/es/countries/germany-es/
Reporte OECD Otros países: http://www.oecdbetterlifeindex.org/es/countries/